Las agujetas y el ácido láctico ¿Un mito?

El término agujetas, dolor muscular de aparición tardía (DMAT) o dolor muscular postesfuerzo de aparición tardía (DOMPAT) hace referencia al dolor que aparece en regiones musculares sometidas a esfuerzo, horas después del ejercicio. Normalmente se acompaña de una disminución del rango de movimiento articular, rigidez y pérdida de fuerza. Además las zonas donde aparecen las agujetas presentan hipersensibilidad, de manera que estímulos que normalmente son inocuos ahora desencadenan una sensación dolorosa.

Se han propuesto varias teorías para explicar el mecanismo por el cual se produce el dolor de las “agujetas”.

Una de ellas y, quizá la más  conocida,  es aquella que dice que el ácido láctico que se produce durante la actividad metabólica en las células musculares se cristaliza y provoca el dolor muscular.  Según esta teoría en condiciones de anoxia (falta de oxígeno), como lo que ocurre en las células musculares durante el ejercicio físico intenso, el metabolismo cambia y las células musculares en lugar de degradar la glucosa a ácido pirúvico, y éste último degradarlo completamente por otras rutas metabólicas, lo que ocurre es que las células fermentan los nutrientes para conseguir energía. De esta manera el ácido pirúvico es fermentado a ácido láctico que cristaliza en el músculo:

 

El lactato producido durante el ejercicio de alta intensidad se acumula en el músculo, cristalizando en las horas siguientes.

El dolor de las agujetas es un dolor que aumenta con la contracción muscular o cuando presionamos en la zona afectada,  entonces según esta teoría la relación entre “cristales de ácido láctico y dolor” sería que el aumento de dolor con la presión se justifica como el resultado de la acción de los “cristales clavándose en el interior del músculo”. El dolor también podría explicarse por un mecanismo parecido al que desencadena el dolor en otras enfermedades por acumulación de microcristales (como por ejemplo la gota que se produce por acumulación de cristales de ácido úrico), estos microcristales desencadenan una respuesta inflamatoria, la cual es la verdadera responsable del dolor.

Sin embargo existe una gran diferencia entre la enfermedad de la gota y las agujetas: en la gota es posible identificar los cristales de ácido úrico, incluso con un microscopio óptico. En cambio, nunca nadie ha descrito u observado cristales de lactato cuando se examinan músculos con agujetas, ni si siquiera con un microscopio electrónico. De manera que esta es una de las razones que desmontan esta teoría.

Otra razón por la que esta teoría es falsa es porque aunque sí es verdad que aumenta mucho la producción de lactato durante el ejercicio físico, hay estudios recientes han demostrado que la mayor parte de ese lactato es eliminado por oxidación mientras que el resto, entre un 10 y 20% puede ser utilizado como sustrato para resintetizar glucógeno muscular.

Otra evidencia es que las personas que sufren la enfermedad de McArdle, las cuales son incapaces de producir ácido láctico, cuando hacen un sobreesfuerzo físico también sufren dolor muscular de aparición tardía, es decir, tiene agujetas. Con esto se demuestra que es posible sufrir agujetas sin que apenas se haya producido lactato durante el ejercicio.

Por tanto no hay ninguna evidencia científica que sustente que las agujetas son producidas por la formación de cristales de ácido láctico.

Dado que esta teoría es FALSA también son falsos los “remedios” que mucha gente cree que sirven para combatir la agujetas, como ver un vaso de agua con azúcar después del ejercicio.

¿Si todo esto es falso, qué causa realmente el dolor muscular de aparición tardía?

La teoría más aceptada es la que dice que el dolor de las agujetas es producido por las microrroturas de las fibras musculares durante la práctica de ejercicio. Esta microrroturas son debidas principalmente a las contracciones excéntricas del músculo, las cuales desarrollan una tensión en el músculo por su acortamiento o estiramiento. Las grandes tensiones que se generan en el músculo debido a las contracciones excéntricas, y su repetición, causan la rotura de las estructuras musculares.

Existe una serie de evidencias que apoyan esta teoría. Se ha encontrado en personas que sufrían agujetas un aumento  de la concentración en sangre de enzimas y proteínas musculares, las cuales no pueden atravesar la membrana muscular (mioglobina, LDH, AST, CDK, ALT, troponina I…) y sólo se puede explicar su presencia en la sangre si se ha producido una ruptura del sarcolema en algunas de la fibras musculares.  También se observa una aumento de la concentración de hidroxiprolina en la orina, lo que sugiere que se produce la degradación de la fibras de colágeno, es decir, daño estructural en el tejido conjuntivo.

Además mediante microscopios óptico y electrónico se han descrito en fibras musculares con agujetas una serie de cambios, como rupturas de sarcolema, alteración de la disposición  paralela de las miofibrillas, ruptura de los discos Z, desplazamiento de la banda A fuera de la zona central del sarcómero en algunas fibras, depósitos de fibronectina, etc.

Todas estas lesiones van acompañadas de una respuesta inflamatoria, especialmente en personas no entrenadas. Durante la 24-48 horas después del ejercicio excéntrico se produce una migración de células inflamatorias hacia el lugar de la lesión. La ruptura de estructuras musculares libera sustancias al espacio extracelular que atraen a las células inflamatorias, las cuales actúan amplificando la lesión o iniciando el proceso de reparación.

De manera que el tratamiento más eficaz para atenuar el dolor y mitigar la pérdida de fuerza es el tratamiento con antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Así, resultan inútiles otros tratamientos que popularmente se conocen para disminuir la lesión de las agujetas o para acelerar la recuperación como los ultrasonidos, la crioterapia inmediatamente después del ejercicio, los estiramientos realizados antes y/o después del ejercicio excéntrico o la acupuntura.

Así queda demostrado que la relación entre el ácido láctico y las agujetas es un MITO.

 

Lorena Pérez Carrasco

 

La magia de los osos

La medicina tradicional China se considera la medicina más antigua del mundo. Basada en esta milenaria experiencia aparecen la acupuntura, el tai chi, el chi kung y los mitos. Estas leyendas tienen cada vez más relevancia en nuestra cultura occidental y son realmente paradójicas.
Una de estas leyendas que llama más la atención últimamente es que la bilis de oso tiene propiedades extremadamente importantes como exaltar la virilidad, valentía y honradez como si se tratase de los antiguos samuráis. Aunque también tiene aplicaciones medicinales: mejorar la visión, las convulsiones y dolores estomacales como piedras en la vesícula.
Por estas razones, el comercio de la bilis es un negocio bastante rentable en las zonas de China, Vietnam y Corea del Norte. Antiguamente se obtenía cazando y matando osos en libertad pero entre la deforestación y el aumento masivo de caza en la década de los ochenta, los osos fueron desapareciendo. La principal consecuencia de la disminución en el número de esta especie era la subida del precio de la bilis que era inaccesible para la mayoría de los chinos.

     Para resolver este problema a los granjeros de las zonas    afectadas se les ocurrió extraer la bilis de osos cautivos sin  matarlos, los mantienen en jaulas apenas más grandes que ellos,  se les abre el abdomen y se introduce un catéter para extraer la bilis que pasa  a la venta en pequeños frascos o en píldoras. Hoy en día se  calcula que hay unos 8000 osos cautivos por toda China. Una  noticia muy sonada sobre esta práctica dejaba claro el maltrato  al que se exponían a estos animales ya que una madre  estranguló a su cría, para luego suicidarse golpeándose la cabeza contra una pared.

Aunque estos abusos hacia los animales salgan ahora a la luz, el conocimiento sobre los poderes de la bilis llevaron era mucho más antiguo y los científicos se preguntaron cuál era su composición, y la respuesta fue: ácido ursodesoxicólico también conocido como AUDC (PDB: IU5). Este ácido biliar también está presente en el hombre aunque en menos cantidad. Gracias a este descubrimiento se pusieron en marcha trabajos de investigación para encontrar el mecanismo de actuación de estos ácidos.

En primer lugar hay que saber que las enfermedades relacionadas son las hepáticas colestáticas que se deben a una alteración del flujo biliar, puede ser una alteración en los hepatocitos o una obstrucción crónica de los conductos biliares. El AUDC se vincula con un receptor nuclear FXR cuya parte N-terminal es capaz de fijarse a distintos genes que controlan el transporte de ácidos biliares en el intestino, en los hepatocitos y en los conductos biliares. En ausencia del AUDC o de ácidos homólogos el receptor está asociado a un co-represor manteniendo el gen inactivado y por ello se produce la acumulación en los conductos.
Otra propiedad del AUDC es que modulan la expresión de los antígenos de histocompatibilidad de clase 1 y de clase 2 en los hepatocitos, estas moléculas son las encargadas de reconocer a los agentes extraños en nuestro sistema inmunitario. En la defensa además actúan sobre los monocitos y macrófagos que en su superficie presentan proteínas G.
Es curioso saber también que recientes trabajos han demostrado que el AUDC es capaz de inhibir del apoptosis de los espermatozoides inducida por toda una serie de tóxicos o por el envejecimiento aunque todavía falta por describir con claridad su mecanismo de acción.
Asique en este caso, la ciencia ha demostrado que efectivamente este mito en la medicina tradicional es cierto y la bilis de oso tiene verdaderos efectos sobre nuestra salud. Sin embargo, la práctica que realizan para obtener este producto es innecesaria ya que el AUDC se puede sintetizar en laboratorios farmacéuticos con las mismas propiedades que si fuese extraído del oso.

Aránzazu Pagán Muñoz

La proteína G en los tiempos del cólera!

images

Con este artículo pretendo explicar el mecanismo molecular que justifica los síntomas de la enfermedad del cólera, enfermedad que es el resultado de la actividad permanente de una proteína G. En definitiva, la anomalía se debe a que la vía de transducción de señales está siempre “encendida”.

Como todos sabemos, esta enfermedad se caracteriza por ser una infección diarreica causada por la ingesta de alimentos o agua contaminada con el bacilo Vibrio cholerae.  Esta bacteria produce una proteína, la toxina del cólera, que cuando accede al tracto intestinal se une a sitios específicos de la membrana plasmática de las células del epitelio, originando la pérdida masiva del agua corporal y del Na+. Esta toxina es la causante de que la adenilato ciclasa esté activada de forma prolongada. 

La toxina presenta dos subunidades, una de ellas, la A (subunidad catalítica), es la que penetra en las células epiteliales y  cataliza la transferencia de ADP-ribosa del NAD+ a un residuo de arginina de la subunidad Gs alfa (de la proteína G trimérica), anulando su actividad GTPasa, y manteniendo así a la Gs alfa permanentemente activada. Esto da lugar a la continua activación de la proteína de membrana adenilato ciclasa, que cataliza la formación de AMPc a partir del ATP. Dado que la adenilato ciclasa está activada de forma permanente,  la concentración de AMPC es elevada.  El AMPc se une a las subunidades reguladoras de la PKA, dando lugar a su activación. La PKA activada fosforila un canal de cloro, el CFTR ( cystic fibrosis transmembrane conductance regulator) y un intercambiador de Na+-H+. El resultado de estas fosforilaciones es la apertura del canal de cloro y el cierre del transportador. De este modo, el Na+ no se puede reabsorber, dando lugar a un pérdida masiva de NaCl, y por consiguiente de agua en el intestino.

 

Verónica Palma Barqueros.